Una cabina telefónica para hablar con los muertos de Fukushima

2011 fue un año duro para Japón. Los desastres naturales azotaron al país. Un terremoto de nueve puntos en la escala Richter y un tsunami provocaron la catástrofe de la central nuclear de Fukushima —un accidente de escala siete que recordaremos durante años—.

Cerca de 20 000 personas murieron en una tragedia de la que muchas familias no se han recuperado aún. Situada en una de las regiones más afectadas por el terremoto, la pequeña ciudad de Otsuchi fue pasto de las llamas y el 10% de sus 17 000 habitantes murió. Esta localidad, sin duda, sigue en duelo desde entonces.

Un jardinero de 70 años, Itaru Sasaki, perdió a su primo en el terremoto y se sentía profundamente triste. Acabada de instalar una cabina como elemento decorativo en el jardín en el que trabajaba, cuyo teléfono no tenía cable. No se podía llamar a nadie, pero a Itaru le servía para hablar con su familiar recién fallecido. Pronto, la existencia de este “teléfono de los muertos” se extendió por Japón y, en los tres años posteriores a la catástrofe, recibió 10 000 visitantes, según los informes locales.

Ubicado en una colina, este peculiar método para sobrellevar el duelo ha sido bautizado como “el teléfono del viento“.

“Porque mis pensamientos no podían ser transmitidos por una línea telefónica regular”, declaró Sasaki al programa This American Life, “quería que fueran transportados por el viento”.

En el documental El teléfono del viento, susurros a familias perdidas —desafortunadamente solo disponible en inglés sin subtítulos— muestra situaciones límite y dolorosas. Vemos, entre otros, a un padre que ha perdido a sus hijos que explica cuánto echa de menos el sonido de sus voces; a un hijo preguntar a su padre porqué tuvo que morir; a una mujer intentar hablar sin llegar a ser capaz depronunciar palabra alguna; o a alguien murmurando “si estás ahí, por favor, escúchame“. Todos ellos momentos duros que ayudan a digerir el proceso de duelo.

Si quieres llamar a alguien que ya no está solo necesitas viajar a Japón. Se puede llegar al “teléfono del viento” desde Tokio, tomando el tren de alta velocidad o tras un viaje en coche de siete horas.

Y tú, ¿llamarías a un ser querido al que has perdido?

 

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