HEROA/VICTIMA o DELINCUENTA? – Por Pablo Gustavo Díaz

Varios son los sesgos cognitivos que nublan el juicio humano, no solo el del común de la gente, incluso el de los magistrados. Pero como la lista es larga los resumiré en algunos pocos que ayudarán a sustentar mi relato de lo que pasa hoy en el caso corrupción de vialidad:

– El sesgo afectivo. Cercano al sesgo ideológico pero con más sustento emocional que intelectual. Nace generalmente del «efecto halo» (otro sesgo) por el cual tendemos a magnificar la imagen (positiva) de aquellas personas hermosas y carismáticas que nos «rompen la cabeza» y «conquistan nuestro corazón» al conocerlas. El «enamoramiento» invisibiliza los defectos de la otra persona y hace que la veamos fantástica y le creamos todo lo que nos dice.
… Ese sesgo, obviamente opera en ambos sentidos. En unos positivo (amor) y en otros negativo (odio). Se activa en el sistema de pensamiento intuitivo y quitarlo o cambiarlo de dirección es una misión super difícil, harto imposible, dado su base emocional que niega el razonamiento. Ej. Personas que no admiten ser engañadas por sus parejas hasta que la encuentran en la cama teniendo sexo con otra persona; madres que no admiten que sus hijos puedan ser delincuentes, etc.

– Sesgo de confirmación: cuando una idea se metió a fuego en nuestra mente (templada generalmente en las fraguas de los sesgos afectivo e ideológico, aunque no exclusivamente) es muy difícil cambiarla, refutarla. De allí nacen los dogmas y/o fanatismos políticos e ideológicos. Son creencias superiores y casi divinas que no permitimos ser cuestionadas. Tendemos a justificarlas de cualquier manera porque reconocer que están equivocadas equivale a reconocer que somos unos giles de lechería que nos compramos un buzón… Y ninguno de nosotros le gusta descubrir que somos tan pelotudos, no?

En el caso de los magistrados el sistema judicial contempla en su organización funcional una serie de anticuerpos o contrapesos que limitan estos sesgos (procedimientos, instancias de alzada o recusación, jurados, etc.)
En el caso de la gente común, ciudadanos/electores ese sistema es la opinión pública (medios y personas discutiendo los hechos públicamente).

El problema es que el sistema judicial está corrompido y el de la opinión publica está además trivializado.
Motivos que hacen que la pregunta con la que titule esta nota sea casi imposible de develar por nosotros, los humanos, en su abstracción más absoluta. Cada cual elegirá su respuesta en base a su ideal (sesgado) y de allí no se moverá.

La literatura científica que atrapa mis días actuales (y también el cine de ciencia ficción) ofrecen una solución a este problema: los «algoritmos de inteligencia artificial» (el psicólogo ganador del nobel de economía 2002, Daniel Kahneman y la película Minority Report, también del 2002 dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Cruise, por ejemplo).

Vale decir, dejar que las desapasionadas máquinas decidan por nosotros

Y a la luz de todas las cagadas que estamos haciendo los humanos, «no se» que tan peor podrá ser?

 

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