¿Frente a la realidad:¿lloriquear?

Esto creo: 

El leitmotiv del Martín Fierro, principal referente de nuestra literatura nacional, con la “eterna vigencia del clásico”, en síntesis, plantea lo mismo que venimos viendo y que nuevamente se plantea, que es “la reforma laboral” que se cierne sobre nuestras cabezas como una renovada “espada de Damocles”. El protagonista cuenta el estado de los gauchos, previo al advenimiento de “El Progreso”, ese monstruo que acabó para siempre, con la forma de vida que conocían hasta entonces nuestros paisanos que poblaban la inmensidad de nuestras pampas.

No han pasado muchos años desde que, por caso, las estancias patagónicas eran casi pequeños pueblos por la cantidad de trabajadores y sus familias que en ellas se desempeñaban para su funcionamiento. Hoy la realidad señala que, en esos mismos campos, con suerte, tienen un solo empleado, que ni siquiera a caballo, ya que, valiéndose de moto y perros ovejeros, recorren alambradas, repuntan el piño y controlan todo lo que antes hacían varios.

Como creo que todos sabemos, nuestro libro nacional, preanuncia hoy, el desarrollo tecnológico, que avanza como una furiosa marejada, a una velocidad cada vez mayor y va mandando al olvido a incontable cantidad de oficios y profesiones a lo largo y a lo ancho de nuestro planeta, y no se advierte forma de contenerla o detenerla.

Estamos en plena campaña electoral para decidir quienes desde el poder ejecutivo y legislativo nacional representando a las provincias, y por caso nuestro municipio, y no he escuchado a ningún pretendiente de nuestros votos, decir una palabra al respecto como si el diluvio planetario a nosotros ni nos va a mojar.

Cualquier memorioso que vea aquí y ahora cuantos puestos menos de trabajo comunes y corrientes, se han perdido casi desapercibidamente en los últimos 20 años, sin que haya desaparecido también la fuente, se sorprenderá por la cantidad. Salvo en el estado, no debe haber campo laboral que no haya reducido su cantidad de trabajadores.

En el horizonte cercano, aparecen las estaciones de servicio y supermercados como la próxima ola de esta marejada. Ya, y desde hace años en todo el mundo, cada quien carga su combustible y paga sus compras con sus tarjetas sin intervención de persona alguna. Esta situación: ¿Es buena; es mala; es evitable; cómo? Son las preguntas que surgen naturalmente y creo que la única respuesta es adecuarse y prepararse, nos guste o no, sea justo o injusto, lo único que se ve es que, más aquí o más allá, ocurrirá.

Y es precisamente porque la evolución del mundo laboral, va a continuar, nos guste o no, es que debemos prepararnos para “surfear” la ola, a la que ni protestas, ni pataleos van a frenar, y frente a la crisis ver la oportunidad, y esta pasa por prepararnos y adecuarnos para no quedar “fuera de juego” sino incorporarse a las nuevas posibilidades que los nuevos modos de trabajo van a generar. La historia enseña que frente a la crisis de nada vale lloriquear. Julio Ramón Alcalde.-

También podría gustarte Más del autor

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.